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Por una belleza consciente, respetuosa con nuestra salud, nuestro planeta… ¡y nuestras abejas! ¿qué podemos aprender de ellas?
Las lecciones para nuestra vida y que queremos reflejar como empresa se encuentran en su organización:
Estas estrategias empresariales desde milenios atrás, constituyen parte esencial de la orgullosa cultura organizacional.
Saben cuándo parar
A veces es mejor parar, preservarse y después volver con todo. Así nos lo enseñan las abejas, que saben instintivamente cuándo parar. Cuando se viene una lluvia, por ejemplo, ellas cortan con el trabajo y retoman su labor cuando la lluvia ya pasó. Es asombroso ver cómo compensan todo ese tiempo que no trabajaron. Lo mismo ocurre cuando hay una helada. Se guardan, para no exponerse al peligro, pero después salen con más ímpetu.
Tienen un fuerte sentido de pertenencia
Las abejas están hermanadas al cien por ciento dando lo mejor de sí para los mismos objetivos: sobrevivir al invierno, alimentar a la cría, reproducirse y propagar su especie.
Son flexibles
Las abejas pueden cambiar súbitamente de roles frente a un evento extraordinario. Si se produce un ataque a la colmena, por ejemplo, saben adaptarse naturalmente a las circunstancias. Es como cuando nuestro hijo se enferma y suspendemos todos nuestros demás roles para quedarnos junto a ellos. Las abejas nos enseñan que eso está bien y que siempre hay tiempo para retomar lo habitual.
Saben que cada etapa de la vida tiene su tiempo
Desde que nacen hasta que mueren, las abejas obreras van pasando por todas las actividades de la colmena. En ese tiempo (de 40 a 60 días) son limpiadoras, después nodrizas, después constructoras, luego guardianas y, por último, recolectoras. Así como nosotras, a medida que crecemos, atravesamos distintos procesos vitales, a las abejas, la naturaleza y las necesidades de la colmena les marcan su ritmo de vida. No solo a nivel individual, sino a nivel de colonia. En invierno bajan sus niveles de actividad para preservarse como especie y evitar el desgaste físico (pensando en nosotras, le sumamos el mental), juntas deciden bajar su acelere y cuidarse. Juntas, también, reanudan sus actividades para activar la colmena pasado el invierno.
Se defienden, no agreden
Así son ellas, trabajan para el bien de todos (propio y de todos los seres vivos del planeta). Sus picaduras duelen y pueden llegar a causar alergia, pero, pero la realidad es que las abejas no son agresivas, son defensivas y pican cuando se sienten amenazadas. Es decir, no molestan si no se sienten molestadas. Cuando están bien alimentadas, con su reina sana, sin ninguna enfermedad al acecho, con su sistema inmune fuerte y ocupadas en lo que más les gusta hacer, no tienen ni la más mínima intención de picar.
Son súper resilientes
Las abejas obreras o guardianas están en la puerta de la colmena defendiéndola. Si pasa algo extraordinario -como una fumigación, un ataque a la colmena o un hombre que saca un panal-, ellas accionan. Incluso dejando su propia vida al clavar su aguijón en el agresor. Frente a una helada repentina, en vez de salir a trabajar, forman un bolo invernal. Se agrupan en el centro de la colmena para conservar el calor y se van abriendo a medida que las temperaturas lo permiten. Si hace mucho calor de golpe, buscan agua, la ponen adentro del panal y baten las alas para evaporarla y refrescar el ambiente. Si hace falta, pasan la noche fuera para que la reina esté fresquita.
Unidas son más fuertes
Te sorprendería saber que una colmena de abejas es capaz de matar una vaca o un caballo si se siente amenazada. Es difícil visualizar una lucha entre una abeja y un animal tan grande, pero cuando sienten que su colonia está en peligro, son capaces de picar a estos animales (muriendo muchas de ellas al hacerlo) e inyectar su apitoxina hasta matarlos. Una abeja tal vez sea incapaz de salvar sola a su familia, pero unidas son imbatibles. Así nos enseñan que la unión y la hermandad son claves para afrontar la vida, siempre.
Las ancianas son clave
La abeja adulta es muy importante. Sin ellas no se preserva la especie. Cuando empieza la primavera, son las más ancianas las que salen a buscar alimento, lo cual es vital para que la reina pueda alimentar a la cría. Son también ellas las que les van enseñando a las nuevas dónde y cómo buscar polen y néctar. Y cuando se hace el enjambre para generar más espacio en una colmena, es la reina vieja la que se va. Ella, que ya es una reina experimentada, es la que sale a fundar una nueva colmena.
En síntesis, en las colmenas reina un extraordinario nivel de productividad y un fanatismo higiénico-sanitario excelente que permite asegurar la vida comunitaria de las abejas y la mejor optimización de su producción industrial.
Generación tras generación, en razón de que aplican, de un lado, estrategias empresariales como la calidad total, el empoderamiento, la reingeniería, entre otras.
¿Cómo podemos cuidarlas?
Las abejas nos dan mucho, ¿cómo podemos ayudarlas?
Te damos tres ideas simples para colaborar con su causa. ¡Entre todos podemos ayudarlas! Apoyar huertas orgánicas que no utilizan pesticidas: Las abejas necesitan alimento limpio y saludable (¡tú también!). Compra y consume alimentos orgánicos. La agricultura orgánica todavía es minoritaria, pero si todos consumimos este tipo de productos, la oferta se irá ajustando a la nueva demanda y cada vez habrá más productos orgánicos disponibles, y más baratos. Plantar flores silvestres, que son la fuente de su alimento: Crea espacios naturales donde las abejas puedan polinizar. No hace falta que sea enorme, si cada uno aporta su granito de arena las abejas lo agradecerán. Ayudar a la comunidad de apicultores comprando su miel: Ayuda a preservar las abejas, ayudando a sus mejores compañeros. La próxima vez que quieras miel, en lugar de ir al supermercado, cómprales a los productores locales. De esta manera, además de llevarte una miel deliciosa, estarás ayudando a las abejas.
¡Cuidemos entre todos esta pequeña gran fuerza de la naturaleza!